Paisaje cultural sumergido
2011
Instalación audiovisual de gran formato.
Técnica: Videoproyección en diptico sobre muro (3 min.) y Vídeo monocanal en monitor TV (14 min.)
Medidas: variables.
Financiación: LABoral Centro de Arte y Creación Industrial de Gijón; Centro Cultural Valey del Ayto. de Castrillón (Asturias); Gobierno del Principado de Asturias. (Ámbito público – Autonómico); Área de las Artes del Ayto. de Madrid. (Ámbito público – local); Museo de Arte Contemporáneo de Santander y Cantabria (MAS), Gobierno de Cantabria y el Ayto. de Santander. (Ámbito Público – Autonómico)
Premios y reconocimientos: Ayuda a la Creación Matadero-Madrid (2009) subvencionada por el Área de las Artes del Ayuntamiento de Madrid. (Ámbito público – Local)
La obra “Paisaje cultural sumergido” reflexiona –entre otras cuestiones– sobre la obsesión por la memoria que la sociedad contemporánea manifiesta como posible fruto del pánico ancestral al olvido casi inherente al ser humano. Se trata de analizar nuestras propias ilusiones sobre la construcción del pasado que desde el presente reclamamos como único modo de encontrar nuestra identidad en el imaginario espacio-temporal contemporáneo. Para ello, se parte de una concepción del tiempo en términos empírico-fenomenológicos, mentales-interiores o histórico-hermenéuticos; pero también, de una concepción inherente del espacio/tiempo cercana a los trabajos recientes sobre espacio, mapas, geografías, fronteras, rutas comerciales y migraciones en el contexto de los nuevos estudios culturales.
Por otro lado, la obra se enmarca lejos de la concepción de naturaleza inmanente como res extensa cartesiana, para situarse bajo una interpretación de la misma en términos de territorio geopolítico antropizado y, como no, de una construcción socio-cultural, en donde la destrucción/producción de viejos/nuevos paisajes –como el que nos ocupa–, por la acción de la sociedad contemporánea, debiera ser un hecho consensuado socialmente –como mínimo– a través de un sistema equilibrado desde lo económico y político. El embalse Almendra –llamado popularmente El mar de Castilla– es un buen ejemplo de esta problemática, ya que tras su imponente apariencia de lago natural, desde 1.967, se encuentra sumergido –escondido bajo sus aguas– un pueblo: Argusino, y con él un rico imaginario espacio-temporal, al que se le superpone –para mayor complejidad– un controvertido estrato más: la historia de un conflicto social, político, económico y cultural –aún hoy sin resolver– motivado por la construcción de una presa y la imposición tecnopolítica de borrar –literalmente– once kilómetros de territorio del mapa.